La lluvia no sólo amenazó con fastidiar el estreno de los Alevines en Tabarca, por momentos lo consiguió. El único en el que los pequeños cambiaron su cara de alegría y diversión por la de enfado y frustración.
Pero ni la lluvia pudo con las ganas de baloncesto: aprovechando una tregua del cielo, retornamos a la cancha a terminar lo que habíamos comenzado en un primer cuarto explosivo. ‘Jugando bajo la lluvia’, corriendo, defendiendo y anotando con la misma facilidad que con el piso seco. Pareciera que llevábamos zapatillas de lluvia.
Un Estudiantes bien diferente al del año pasado: sólo pudo ser público a pie de pista para ver el chaparrón de juego que desplegaban nuestros enanos.
A base de velocidad e intensidad dejamos seca la pista. Con la alegría y diversión hicimos salir el sol en nuestra humilde cancha exterior sirviendo en bandeja una mañana de baloncesto espléndida para todo el que se acercó a disfrutar con nuestros jugones.